DOBLE CÚMULO DE PERSEO. NGC 869, NGC 884

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En la constelación de Perseo, en una de las zonas del cielo de  invierno más pobladas de estrellas, podemos observar dos cúmulos muy cercanos, el NGC 884 y el 869. Ambos cúmulos son extraordinariamente  grandes y densos. Están separados unos cientos de años luz y situados a unos 7000 años luz del sistema solar.  Por las edades similares de los dos cúmulos, se piensa que son fruto de una misma zona de formación estelar.
Es visible a simple vista si disponemos de un cielo suficientemente oscuro. De hecho el doble cúmulo de Perseo, dos siglos antes de Cristo, ya era conocido por el astrónomo griego Hiparco de Nicea.
 Su visión con prismáticos o con un telescopio pequeño, sorprende por la gran cantidad de estrellas visibles de la zona.

Las estrellas más jóvenes tienen tonos azulados debidos a la gran cantidad de energía que generan. Ya se sabe el dicho que, en la casa del astrónomo, el grifo del agua fría se marca con el color rojo y el de agua caliente con el azul.
Los cúmulos abiertos suelen ser agrupaciones de estrellas jóvenes. A lo largo del tiempo, a la misma vez que envejecen se van dispersando  fruto de  las diferentes interacciones gravitatorias, entre ellas y con el resto de objetos de las zonas que atraviesan. Por tanto, no encontraremos cúmulos abiertos (sí globulares) con estrellas muy viejas, ya que con el paso del tiempo estos cúmulos ya se habrán dispersado.

Lo primero que se observa al apuntar el telescopio hacia cualquiera de estas agrupaciones es,  por lo tanto, el predominio de las estrellas azules, lo que indica que están más calientes, pero también hay otras rojas o amarillas que por su color, sabemos que están más frías. Estas estrellas aparecen sobre los cúmulos, pero puede que estén mucho más lejos o cerca y se superpongan visualmente al cúmulo o que simplemente lo atraviesen en su propio movimiento sin formar parte de él.

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